domingo, 16 de enero de 2011

Cómo llegar al corazón de Dios (II Parte)


Cómo llegar al corazón de Dios (IIParte)

David descubrió el secreto para llegar al corazón de Dios.

“el poder de la Alabanza y la Adoración”.

Por eso el escritor de los Salmos fue invencible

Me gusta mucho esta definición de Marcos Witt de Alabanza: “La reacción festiva ante la llegada de nuestro Señor o de la nuestra ante Él”.

Es decir, Alabanza es Fiesta

“Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra”.

Salmo 100:1

Ruwa, Renahnah: (Cantad Alegres, regocijo) Significa gritar, levantar un sonido fuerte, aclamar. Grito de gozo, voz gozosa, cántico.

La alabanza debe ser más parecida a una fiesta que un funeral, porque Alabanza es Júbilo y Alarde

Alabanza viene del vocablo Halal: hacer brillar, presumir, celebrar, hacer mucho ruido y alarde, ser jubiloso.

Eso es alabanza, sin embargo la Adoración, es intimidad.

En la adoración no solo entrego mi canto, también entrego mi cuerpo, mi voluntad, mi ser entero, todo lo que poseo y lo que soy.

El verdadero adorador es aquel que se ha entregado totalmente a Dios, sin reservas, sin medidas.

Cuando Dios tiene nuestro corazón lo tiene todo.

Muchas personas adoran a Dios solo de labios

“Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran…”

Mateo 15:8-9

Podríamos decir entonces que Adoración es rendición total.

Por supuesto que todo esto que digo para algunos puede parecer extraño, incomprensible, y es cierto, pero sin duda es un gran secreto en cuarta dimensión.

Pero, hay una conexión entre adoración y victoria que debiéramos empezar a comprender, entre adoración y éxito, entre adoración y paz.

Nuestra vida comenzará a cambiar cuando entremos en esa dimensión.

La alabanza, nació en Israel, un pueblo guerrero, en medio de las batallas.

Cuando los guerreros estaban nerviosos, ya formados para iniciar la batalla, comenzaban a gritar anunciando la grandeza de Dios, su poder, sus maravillas.

Mientras ese ejercicio les infundía coraje, tenía un efecto negativo en sus enemigos, que se sentían amedrentados ante el optimismo del ejército que se venía contra ellos.

En otras palabras, la alabanza, antes de iniciar la batalla, no era una súplica miedosa, sino un grito enardecido en la que se proclamaba la poderosa presencia de Dios en medio de su pueblo.

Era una oración de confianza total en el Dios que no falla.

Amigos, quiero invitarlos a alabar a Dios cuando estamos en batalla, pero No vamos a cantar porque estamos asustados, ni porque ya no podemos más, No vamos a alentar a nuestro enemigo, que nos ve casi en la lona,

Vamos a alabar a Dios, porque creemos que ningún arma forjada contra nosotros prosperará, porque confiamos plenamente en su intervención,

Vamos a hacer temblar el infierno: Si Dios es por nosotros nadie será contra nosotros!!!

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