lunes, 20 de junio de 2011

La Iglesia frente al progreso humano

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La Iglesia frente al progreso humano (Por el Coach Alejandro Martínez)

La iglesia, ¿debe apoyar o impedir el progreso humano?

Uno de los temas más discutidos a través de la historia de la Iglesia es, ¿Cómo deben los cristianos relacionarse con la sociedad? El tema es complejo, y tiene implicaciones prácticas para la vida cotidiana. Algunos ponen el énfasis en el lado negativo de la sociedad, que es pecaminosa, y tienden a alejarse del "mundo". Otros ponen más énfasis en el lado positivo, y tienden a involucrarse en la sociedad a tal punto que pierden su identidad cristiana.

Por favor, considere esto: En el mundo hay 51.000 armas nucleares, 16 guerras declaradas, 900 millones de adultos analfabetos, gastamos 36.000 dólares al año en cada soldado y sólo 1.100 dólares al año en cada estudiante (como puede ver la preparación para la guerra y la destrucción es mucho mayor que la preparación para la paz, la alegría y la armonía) y lo más triste es que hay 2.000 millones de personas en el planeta que no han oído siquiera una vez el nombre de Jesús, 200.000 personas se mueren diariamente y gran cantidad sin Cristo. Mientras tanto tenemos una iglesia que duerme, que está enclaustrada en sus cuatro paredes preocupada de detalles que no tienen relevancia alguna, donde los grandes debates son el corte de pelo de los hermanos o la pintura que usan las hermanas.

A veces pareciera que la iglesia trabajara como si viviera en el mundo de hace 100 años.

Si los empresarios administraran sus negocios como algunos pastores las iglesias estarían en quiebra.

El mundo del Nuevo testamento, de hace nada menos que 20 siglos tiene poco, por no decir nada, que ver con nuestro mundo actual. En el terreno de la salud, bueno es que recordemos que en los tiempos apostólicos una simple fiebre podía matar a una persona. Hoy , un par de aspirinas que están al alcance de cualquier persona, terminan en diez minutos con la mas sencilla y un antibiótico, en horas, con la mas resistente.

Tantas y tantas cosas han cambiado, que cualquier semejanza con el mundo del Antiguo testamento es pura casualidad. Lo que no ha cambiado es el ser humano, en su vacío interior, espiritual. En todo lo demás el cambio es absoluto. Nadie vendería hoy su primogenitura por un plato de lentejas. En primer lugar porque la primogenitura a nadie le importa (salvo unas pocas excepciones) y segundo porque las lentejas no son un plato favorito.

Gran parte de la Iglesia pareciera que no se ha enterado que vivimos en la era de la información.

En la época actual, las nuevas ideas, los movimientos y los conceptos nuevos cambian el mundo casi a diario, bien sean tan profundos como la física cuántica o tan vulgares como la mejor manera de comercializar una hamburguesa.

Si hay una característica para definir el mundo moderno, ésa es el flujo masivo, casi inimaginable, de la información... y por consiguiente, del cambio.

El mundo ha cambiado, la tecnología se ha desarrollado, pero la Iglesia no ha crecido al mismo nivel.

En los próximos años la evolución tecnológica será aún mayor y más intensa y provocará numerosos cambios en nuestra forma de vida.

La iglesia no tiene forma de impedir ese proceso de transformación, tampoco le corresponde hacerlo. Ni las organizaciones, ni el Estado, ni el sistema de enseñanza, ni las empresas son capaces de frenarlo. Lo que debe hacer la Iglesia es enfrentarlo, reconocerlo e intentar organizar esos cambios en su estructura interna y en sus relaciones con el mundo.

La Iglesia del tercer milenio deber cambiar para garantizar resultados en el futuro, las iglesias que no cambien no tendrán futuro. El mejor momento para reparar un tejado es cuando el sol está estable y brilla el sol. Las reglas del juego están cambiando.

Estoy consciente que el cambio no es fácil, lo digo porque como comunicador conozco de cerca cómo ha costado dar paso al desarrollo de nuevas tecnologías y no me refiero solo al ámbito cristiano.

continuará...

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